Algo muy extraño sucede al tirano cuando llega a la cima

Algo muy extraño sucede al tirano cuando llega a la cima.
Piensa que su tiranía constituye bendición para su pueblo y que su nación es afortunada por tenerlo a él como líder y que él no ha tenido mucha suerte por tener a un pueblo perezoso, y que si no fuera por él, este pueblo habría perecido hacía ya tantos años. Aberraciones que algunos creen en ellas y que no son verdades sino enfermedad del mismo tirano y de los que creen en él y en sus palabras.
El Faraón de Egipto dijo, según cuenta el Corán lo siguiente:

El Faraón llamó a su gente- queriendo mostrar su poder y fuerza-: ¿Acaso no me pertenece la soberanía de Egipto, y estos ríos que corren por debajo de mi palacio? ¿Acaso no ven? Quería reafirmarles en su adoración. Y dijo- con mucha más tiranía-: Yo soy mejor que este débil, insignificante, y que no es capaz de predicar con elocuencia-se refiere a Moisés, la paz sea con él.

Y siguió diciendo: ¿Cómo es que no ha recibido ningún brazalete de oro, o han venido con él los ángeles en grupo?
El Faraón pudo convencer a su gente, le siguieron en su aberración. Todos estaban apartados de la religión correcta.
Y cuando causaron nuestro enojo, por exceder mucho en su corrupción, nos vengamos de ellos, y les ahogamos a todos.
Les hicimos un ejemplo claro para los incrédulos, y una gran lección para la gente. (43:51-56).

Que mueran todos los tiranos.